sábado, 7 de julio de 2007

León indomable.


A cual fiera de selva podría identificarte, tener la sensación de que tu despertar es una grata sensación que asientes con una sincera soberbia, con un rugido bien sencillo que los demás habitantes del lugar, deben escuchar y percatar con sus oídos y controlar con sus miradas, y aterrorizan al comprobar que has despertado, aunque sin afán de pisotear la hierba, de momento.
Allá sales tú, ojos profundos divisando entre la sabana, mirada directa y desafiante, cabeza erguida, ritmo pausado y canchero, movimientos de brazos al son de cual tamborilero en plena excitación enérgica, como si de la coreografía de teatro mas perfecta se tratase, y... acción.
Entras en escena mirando hacia un lado, palpando, degustando, relamiendo, saboreando, observando que ocurre a cada centímetro de tu alrededor, sintiendo las mojadas hojas entre tus largas uñas. Un simple amague de movimiento de tu cabeza produce una actitud de defensa en los que te rodean, atraes sus miradas que se clavan fijamente, juegan a la ruleta de la suerte para adivinar cuál será tu siguiente movimiento, así poder quedar a salvo de tus potentes zarpazos, pero de momento lo que no se percatan es que vas de paseo, con una medio sonrisa en tu cara que hace que los demás creamos intuir que tu sabes algo que los demás no conocemos.
Te adentras en plena selva tarareando tu música acolchada, estirando tus músculos, abriendo bien los ojos, parando para rascarte la hocico, cuando de repente…has descubierto que algo hay que te ha gustado, una bonita gacela bebe agua en un corto riachuelo, tu mirada se enarbola, y divisas la jugada, la preparas con tu mente, arremangas tus vestiduras y tiras los dados.

Con sigilo, esquivando a izquierda y derecha, sorteando el barrizal, evitando cualquier ruido que ponga en peligro tu objetivo, vas teniendo sensaciones de la jugada bien planeada y ejecutada, te acercas muy poco a poco, parando cada movimiento pesado que parezca haberte descubierto, y allá sigues. Te acercas de tal forma, que los demás espectadores de la escena pensamos que esta jugada tan perfecta es obra solo de maestros. Y ahí vas dejándote caer, mirando por el retrovisor, por si alguien intenta reventar la jugada, cuidando todos los detalles, te limpias las ramitas de paja del pecho según vas llegando, preparando la sorpresa, con elegancia como tu solo sabes, con esa sensación de trabajo cumplido y logro conseguido, cuando de repente, ¡crack!, un ruido compromete tu presa, que levanta la vista y divisa tu precioso cabello, y huye.

Decides en ese instante jugarte la carrera, y empieza una persecución que durara el tiempo que tú logres atrapar la presa o que algo se imponga en tu camino.

Lanzas tus rugidos tan fuertes que animales que divisan la carrera salen del circuito, para evitar entorpecer. Sorteas ramas y árboles que la víctima intenta ponerte por delante, tu vas marcando el ritmo, imponiendo tu ley, poniéndole estilo, agitando tu pelo, que los demás admiren la belleza de una carrera perfecta en la que tu participas para ganar.

De repente pareces desaparecer entre la sabana, pero ¡no!, cambiaste la estrategia, y apostaste por una victoria final, sacando el rodillo, como solo las grandes saben hacerlo, con un gesto erguido, de soberbia, de control total sobre lo que habías planeado.

Ahí estas tu, parado, esperando que la suerte haga su trabajo, y ¡zas!.

La gacela te encuentra de frente donde te habías quedado, sabiendo que era cuestión de tiempo, que un trabajo bien hecho tiene la mayor recompensa, y excitación. Tu jugada salio bien y disfrutas de ello, ahora es tu momento.

Ella te mira y sonríe, con aspecto descuidado, intentando convencerte de que tengas piedad, pero tu sabes que, víctima que dejas escapar, puede ser en un futuro tu máximo enemigo, por eso decides actuar.

Se mueven las ramas amarillas de un lado a otro, rugidos, y golpes, aunque ya sabes que en la victoria final, uno debe degustar la pelea, la sangre que se derrama, las lágrimas, arañazos, miradas de odio, criticas, pero ante todo hay que mantenerse seguro en si mismo, y por supuesto, ganar.
No tardas en aparecer de entre las espigas con un arañazo en pleno rostro, masticando a ritmo pausado y tranquilo, mirando a un lado y a otro, te paras, lo que produce en los demás una sensación de frío, de quedarse helados, te sonríes atusando el cabello, y abusando de tu poder, y continuas, demostrando que cuando hay que salir de caza, nadie es como tu, se pueden hacer las cosas de muchas maneras, con mejor presencia o picardía, pero tu tienes otro estilo, de esos que no se cansan de luchar, de aquellos que necesitan algo que le cree sensaciones para actuar, tu estas orgulloso de como eres y disfrutas de ello, para ti lo mejor es así, tu impones el ritmo y la ley, tu decides cuando hay que ganar, y como hacerlo, hoy es tu momento, no lo olvides
león.


PD: Un día me dijistes que no eras capaz de apreciar lo que escribía, no quiero que lo aprecies sino que lo interpretes, un saludo y aguante.

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